Mis hermanos y hermanas,
La muerte es muy profundo misterio. Todos vamos a morir, pero todos vamos a vivir para siempre.
“Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte.” Por un solo hombre reentró la gracia en el mundo y por la gracia reentró la vida.
“Así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.” Así la vida pasó a todos los hombres, porque todos han recibido la gracia de Cristo.
Un hombre pecó y por eso la muerte entró en el mundo. Todos los que pecan como pecó Adán, recibirán la muerte de Adán. Todos compartimos la misma semejanza de Adán. Los que semejan a Adán, van a morir como Adán.
Un hombre no pecó, pero siempre obedeció a Dios y por él reentró la gracia y vida al mundo. Todos los que hacen lo que este hombre hizo, reciben esta gracia y vida.
La vida de Cristo ha destruido la muerte del primer hombre. La vida de Cristo ha cambiado la muerte. La muerte ahora es el pasaje a la vida eterna, la vida que no tiene fin, la vida de Cristo.
Si por el pecado del primer hombre, la muerte entró en el mundo, ¿por qué no puede entrar en el mundo la vida por la vida de un hombre, Cristo? Si el primer hombre pudo hacer la muerte, ¿por qué no puede el Cristo destruir esta muerte y reponer la vida en su lugar?
Oh bien, si todos los hombres pudieron pecar y aceptar la muerte, ¿por qué no pueden estos hombres arrepentirse y recibir la vida de Cristo?
El poder de los hombres hace el pecado y la muerte. El poder de Dios, ¿este menos poderoso que el poder de los hombres? ¿Pueden hombres vencer a Dios? ¿Es el poder de Dios menos poderoso que el de los hombres?
El poder de los hombres pudo introducir la muerte en el mundo. El más fuerte poder de Cristo ha reintroducido la vida eterna en el mundo.
Un hombre introdujo el delito en el mundo. Pero el único don de Cristo supera todos los delitos. Por el pecado de un solo hombre, todos fueron castigados con la muerte. Pero, por el don de otro hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios.
Mis hermanos, todos nosotros hemos pecado, pero la gracia de Dios por Cristo nos llama para arrepentirnos y recibir el don de Dios que destruye todo el pecado y nos da la vida eterna con Dios y su Cristo.