Por favor, lean perimero este pasaje de la Escritura.
Mis hermanos y hermanas,
Ustedes no vivan en conforme al desorden egoísta del hombre. ¿Cuáles son desordenes egoístas? Mis intereses, mis necesidades, las cosas que yo quiero, mi camino sobre ti y sin importar de los demás: todos esos son desórdenes egoístas. Todas las cosas que hacen que yo sea mejor que ustedes y los demás son desórdenes egoístas. Los que viven en conforme al desorden egoísta ciertamente serán destruidos.
Mentiras, enojos, odios, conspiraciones, trampas, borracheras, guerras, peleas, orgullos, vanidades, venganzas, impurezas, burlas, enemistades, iras, discordias, insultos, todos estos son desordenes egoísta. Todos son destructivos.
El Espíritu da vida y paz. Recibimos este Espíritu de Dios en nuestro bautismo. Los que viven conforme al Espíritu ciertamente serán dichosos. El Espíritu de Dios nos da amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, y dominio de sí mismo. Si vivimos conforme al Espíritu, floreceremos.
Pero entre los desórdenes egoístas y los órdenes del Espíritu Santo es el lugar donde vivimos en nuestra vida corporal ahora. Entonces, necesitamos luchar contra los desórdenes egoístas y conforme a los órdenes espirituales. Queremos los dones de Dios, pero atraemos a los desórdenes. Luchamos contra nuestro egoísmo y muchas veces parecemos fallar. La buena noticia es que el luchar es muy bueno. Nuestra lucha dice que en nuestros corazones, queremos hacer lo que Dios nos manda. No vamos a luchar sino queremos seguir la voluntad de Dios. La lucha dice que nuestra intención es buena.
Si no quisiéramos que vivir conforme al espíritu, no lucharíamos contra los desórdenes. Entonces nuestras luchas contra pecado son muy buenas.