Por favor, lean este pasaje antes de la homilia.
Los ciegos no ven la luz. Los criminales prefieren operar en la noche, sin la luz. Hoy hay la nueva luna cuando la luna no nos muestra su cara. Los elegidos para bautismo en la Vigilia Pascual están buscando la luz del mundo que está en Jesús y en su Iglesia.
Dios envió a su Hijo no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por la brillantez de su Hijo, el Señor Jesucristo.
“La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz.” “El que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.”
Una vez, en el desierto, el pueblo fue afligido por muchas serpientes y muchos pueblos murieron. Moisés levantó una serpiente de bronce y todos los que miraron a ella se curaron.
Somos pecadores porque combatimos luz contra tinieblas, el cuerpo contra el espíritu. En Jesús, el Hijo de Dios, Dios, que es la luz y el día, ha abrazado nuestras tinieblas y noches. En Jesús podemos aprender a reunir armoniosamente en nosotros los contrarios de nuestras vidas. Somos individuos compuestos de cuerpo y de espíritu y naturalmente queremos juntarnos por la unión de estos contrarios. Cuando recibimos en nosotros la unión de los contrarios en nosotros, nos hacemos más maduros y más unidos dentro de nosotros mismos.
Juan dice que los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. El preferir se dice el querer un algo más que otro. Y si, cuando la luz llega en el mundo, los hombres recibieron la luz, como igual parte de vida con las tinieblas.
Los hombres miraban las serpientes, aceptaron que serpientes existían, fueron curados. Miramos a Cristo crucificado, y aceptamos su muerte y su resurrección. La muerte y la vida, el cuerpo y el espíritu son partes de nuestras vidas. Cuando los recibimos, estamos madurando.
Cuando reconocemos nuestras culpas y virtudes, tenemos una verdadera y válida imagen de nosotros. La luz puede abrazar nuestras tinieblas, pero donde no hay luz las tinieblas triunfarán. Necesitamos tener ambas, la luz y las tinieblas. La brillantez de Cristo ha abrazado nuestras tinieblas con su luz. Por eso, nosotros somos salvados.