El 12 de junio 2022 (romanos 1, 1-5)

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Mis hermanas y hermanos,

(Por favor lean este pasaje antes)

Hemos celebrado la fiesta de Pascua y de Cristo resucitado.  La resurrección de Cristo es el don del Espíritu Santo.  La resurrección de Cristo nos hizo justos y santos.  A causa de la resurrección, podemos recibir el don del bautismo, el don del Espíritus Santo.

Por el misterio pascual, tenemos la vida gloriosa de Cristo.  A pesar de eso, tenemos aflicciones en nuestra comunidad.  La guerra en Ucrania, los refugiados en nuestras fronteras, la falta de agua, la sequía y la hambruna per la tierra nos tocan a todos.  Por la resurrección de Cristo, todos nosotros somos unidos con todos los demás pueblos del mundo.

Compartimos con los demás sus aflicciones para que se engendre la paciencia y esperanza.  La aflicción de uno toca la vida de todos los demás.  Nadie puede existir para sí mismo, pero si, sólo para la comunidad.  La esperanza de la comunidad se hace nuestra esperanza.

San Pablo dice que todo el bien que tenemos es del amor de Dios para nosotros.  Dice que Dios ha infundido su amor en nosotros per medio del Espíritu Santo, que el mismo nos ha dado.

No necesitamos preocuparnos por nuestro amor a Dios porque todos los que recibimos llega a nosotros por el amor de Dios por nosotros.  Dios primero nos ama y nos da sus regalos y dones.  Segundo amamos a Dios.  No podemos amar a Dios sin Dios no nos ama primero.

Celebramos la solemnidad de la santísima Trinidad.  Celebramos la Trinidad porque Dios el Padre nos envió a su Hijo per la obra del Espíritu Santo para salvarnos.

Es cierto que Dios nos justificó por fe. Es cierto que Dios ha infundido su amor en nuestros corazones y nos ha dado su Espíritu Santo.  Es cierto que podemos tener en nuestros corazones la esperanza de participar en la gloria de Dios.