el 14 de junio: 1 corintios 10,16-17

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Mis hermanos y hermanas,

A mí, me gusta comer en las mesas familiares.  Cada miembro se sirve y come de la misma fuente y mismo bol.  Los que compartimos la misma comida compartimos también de la misma vida.  Los muchos, que comemos del mismo pan formamos una sola familia, una sola comunidad.  Las mesas familiares nos hacen a cada persona unida con las demás.

El cáliz de Cristo nos une por medio de su sangre.  El pan es único y nos hace a nosotros muchos un solo cuerpo.

El compartir en el banquete eucarístico es el compartir en la unidad del cuerpo de Cristo.  Pero, muchos de los que creen en Cristo no podían recibir la comunión de este banquete durante la pandemia.  Pero, esta comunión recibida en la misa es el clímax y el sello de nuestra comunión y unidad con Cristo y con los demás.

Los que compartían su comida, su tiempo, su energía, su riqueza, su vida con sus familias, sus amigos, sus necesitados y sus enfermos, tenían comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo.  Podían llamar estas cosas comuniones espirituales: pero comuniones verdaderas con Cristo y su cuerpo, que contiene a todos los hombres con Jesucristo.

San Agustín dice que, “Nosotros, que somos el cuerpo de Cristo, comemos el cuerpo de Cristo y nos hacemos más al cuerpo de Cristo.”

Este misterio es muy profundo.  El Hijo de Dios se hizo carne humana.  El pan y la vino se hacen el cuerpo y la sangre de Cristo.  El cuerpo y la sangre de Cristo se hacen al uno solo Cristo.  El único solo Cristo incluye a las naturalezas divina y humana de Jesús, con todos los creyentes, conmigo y con ustedes, en las formas de pan y vino.

Esta comunión no es sólo una unión entre Dios y cada uno, pero sí es la comunión con Dios, con nosotros y con todos los demás.  Esta comunión no excluye a nadie de sí misma.

El cáliz nos une con los demás.  El pan nos une con los demás.  El pan, que se hace con muchos granos de trigo, y el vino, que se hacen con muchas uvas, nos unen a nosotros a muchos en el único cuerpo de Cristo.  Como hay unos Dios, así hay un Cristo.  El cuerpo de Cristo en su gloria es el mismo cuerpo de Cristo, que es su iglesia, y es el mismo cuerpo hecho con el pan eucarístico.  Cristo une los muchos en su un cuerpo.  Hay un cuerpo de Cristo, pero hay muchas facetas de este uno cuerpo

En esta solemnidad del cuerpo y de la sangre de Cristo, celebramos la unidad de Dios con nosotros por el cuerpo de Cristo.