(Por favor lean este pasaje antes)
Mis hermanos y hermanas,
Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Así como en Adán todos morimos, así en Cristo todos volveremos a la vida. Primero Cristo resucitó, como primero; después los que somos de Cristo.
Hoy celebramos la asunción de María, la Virgen Madre de Cristo. Ella es una en Cristo. Al terminar de su vida mortal, Cristo llevó a María al cielo en cuerpo y alma. Pero si, no sólo María está en cielo en la totalidad de su humanidad, con su cuerpo y su alma, porque todos nosotros estamos destinado al estar en el cielo con toda la totalidad de nuestra humanidad.
El poeta inglés, William Wordsworth, una vez dijo de María, que ella es “el alarde solitario de nuestra naturaleza manchada [our tainted nature’s solitary boast]”. En efecto, Wordsworth decía, en sus palabras, que nadie otro, mujer u hombre, puede igualar a ella que solitaria hizo lo que hizo y, entonces todos nosotros somos los condenados, miserables, y los más pobres pecadores. Pero si, María es una de nosotros porque es la primera después de su Hijo en subir al cielo y nosotros vamos a seguirla y estar con Cristo con el cuerpo y al alma que aquí tenemos. El cuerpo se transformará en la imagen de Cristo como un cuerpo celeste, glorioso, pleno de vigor, incorruptible y espiritual.
Muchas veces, cuando alabamos a una persona más que debemos, insultamos a los demás como si fueran menos que nada, o pecadores los más miserables. Podemos decir lo mismo de las palabras del poeta. Tal vez, el poeta “súper-alabe” a María. Si la Virgen María es tal majestuosa que no podamos seguirla, entonces nosotros somos nada y los más miserables pecadores.
En cambio, nosotros alabamos a María por la obra especial que hizo como la madre de Jesús, pero si, la alabamos como una de nosotros, como un miembro de la Iglesia.
María es miembro especial de la Iglesia, pero no es toda la Iglesia. Todos los creyentes en Cristo, nosotros y los demás, formamos la única Iglesia con Cristo. La Iglesia es más grande que María. La Iglesia en su totalidad es Cristo que se ha unido con todos los creyentes que incluyen a María.
No es correcto pensar que la asunción de María nos separe de ella. María siempre esta junta a nosotros. Su estadía en cielo lo celebramos hoy porque todos nosotros con ella y con su Hijo estaremos en cielo con nuestras almas y nuestros cuerpos transformados celestemente en cuerpos espirituales.
María no es otra diosa que debemos adorar y no es separada de los demás hombres y mujeres. Es una de nosotros, redimida, como nosotros, por la cruz de su Hijo y la misericordia de Dios. El Dios misericordioso la llevó al cielo y también nos llevará al cielo como a María.
Dios nos ha destinado a estar en el cielo, con nuestro cuerpo y nuestra alma al fin de nuestra vida como ya María está. No somos nada, pero si, somos hijos amados de Dios, incorporado en Cristo.