Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
El reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Una vez, el profeta Isaías dijo que el Señor del universo preparará un banquete con vinos exquisitos y destruirá la muerte para siempre (Is 25,6-10).
El banquete de bodas es Dios y el sitio de su gloria. El rey llama a todos a la boda porque todo está listo. Unos no quieren venir, otros tienen disculpas. Pero si, unos y otros obedecen y vienen.
El rey Dios quiere que todos vengan a la boda de su Hijo y disfruten la gloria de los cielos. Dios no quiere excluir a nadie, pero si llama a todos. Esta es la llamada universal de Dios para salvar a todos.
Pero si, un hombre que no viene vestido con traje de fiesta se excluye del banquete. Este es el misterio de la llamada universal de Dios para salvar a todos, y nuestro albedrío de excluirnos. El poder de Dios para salvarnos siempre vencerá nuestro albedrío libremente sin ninguna violación de nuestro albedrío.
Siempre Dios nos da el tiempo y el poder para que nos arrepintamos y siempre Dios derrotará nuestro albedrío para que recibamos el don de la boda libremente.
Libremente Dios siempre quiere salvarnos, y finalmente libremente recibiremos la salvación de Dios. La llamada de Dios es libre y nuestra aceptación de su llamada será libre y sin obligación.
En el misterio de poder de Dios salvarnos y nuestro poder resistir a Dios, nuestro albedrío libremente cederá a la voluntad de Dios. Nuestra rendición a Dios es llevar nuestro traje de boda.
El evangelio de hoy nos enseña que Dios llama a todos y más que pocos (es decir todos) pueden escoger la boda de Dios.