(Por favor lean este pasaje antes)
Mis hermanos y hermanas,
Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Eligió a los hijos de Abrahán, los judíos, a ser su pueblo elegido y nunca lo cambiara Su elección es sempiterna y cierta. Así como el árbol que nace torcido jamás sus ramas endereza, así también la elección de Dios es para siempre.
En el sacramento de bautismo, Dios nos hace sus hijos y una novia para Cristo que es el novio. Somos Cristo para siempre y Dios es nuestro Padre para siempre. Somos miembros de la familia de Dios en las alegrías y en las penas, para bien y para mal, en la salud y en la enfermedad. Somos más unidos con Dios que los esposos son el uno con la otra.
Somos miembros de nuestras familias. Partimos el mismo ADN que nuestros hermanos y nuestros padres. Somos hijos o hijas, somos hermanos o hermanas y nadie puede apartarnos de nuestra familia. Siempre somos familia, en las alegrías y en las penas, para bien y para mal, en la salud y en la enfermedad.
Dios nos ha hecho una promesa en nuestro bautismo que él va a ser nuestro Dios y nosotros a ser el pueblo de Dios para siempre.
Ningún pecado puede apartarnos de Cristo y Dios. Ningún pecado puede destruir nuestro bautismo o la elección de Dios. No demonio puede apartarnos de Cristo, lo que el demonio en el evangelio de hoy aprendió.
La voluntad de Dios y el deseo de Dios es que todo el mundo conozca a su Hijo y comparta con él con las promesas de Dios. Los dones y la elección de Dios son para siempre porque Dios no se arrepiente de sus dones.
Dios ha elegido a los hijos de Abrahán, los judíos, por la misericordia de Dios. Dios nos ha elegido para ser sus hijos por la misma misericordia de Dios. Por la misma misericordia, Dios nos ha llamado por todos nuestros pecados para recibir el perdón de ellos: ¿por qué? Porque los dones y la elección de Dios son para siempre.
Dios ha hecho un pacto con el día y la noche que el día y la noche necesitan sucederse siempre. El pacto que Dios ha hecho con nosotros por bautismo es más fuerte que el pacto con el día y la noche. Siempre tendremos el día y la noche y siempre Dios es fiel a su pacto con nosotros. Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. La elección de Dios es para siempre.