Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
¿Es Dios muerto? ¿Va el mundo a destruirse pronto? ¿Tenemos que aterrarnos de la suerte segura?
“Una vez salió un sembrador a sembrar.” Es la palabra de Dios que se siembra, y esta palabra es muy fértil y fuerte. En tiempos antiguos, la semilla se sembraba primero, y después la tierra se araba. El camino no podía ararse. Tampoco el terreno pedregoso y los espinos no se podían ararse. Los granos que cayeron en tierra buena podían dar fruto: uno cien; otro sesenta; y otro treinta.
Pero si, ¿esperamos nosotros que un grano produzca treinta o sesenta o cien otros granos más? Si, porque muchas camillas de cereales se dividen en otras partes en sus generaciones. (Un grano muchas veces puede dividirse un treinta o sesenta o más propagaciones.) La creación de Dios produce más semillas y espermas que necesita para que todas especies puedan sobrevivir.
La palabra de Dios se ha sembrado entre nosotros, en nuestra vida, y en nuestro mundo. Crecerá, se dividirá, y se multiplicará muchas veces como los granos de cebada. Esta palabra de Dios crece en nuestras vidas. Producirá buenas acciones en nosotros.
Dios no es muerto y su palabra vive ahora en nuestro mundo. Dios ha transmitido su palabra en los campos de nuestra vida, en los lugares donde estamos y vivimos. Esta palabra crece entre nosotros.
La palabra de Dios no va a destruir el mundo, pero Dios por su palabra salvará el mundo. El fin del mundo no sabemos cuándo será, pero sí sabemos que la palabra de Dios vivirá. La palabra de Dios siempre nos da vida. No necesita tener miedo, pero si la esperanza, la goza y la alegría estarán para siempre.
“El que tenga oídos, que oiga.”