El 17 de octubre: hebreos 4,14-16: Homilía

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(Por favor lean este pasaje antes)

Mis hermanos y hermanas,

Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote.  Él ha entrado en el cielo, no para alejarse de nosotros, pero si para interceder por nosotros.

Ustedes que llegaron aquí de los países Hispanohablantes saben de esto.  Celebran la misma misa, es decir, es igual, la misa que se celebra aquí en Springfield que la misa que celebraban en su país de nacimiento.  Sólo el idioma es diferente.

Con todos nosotros juntos, conmigo y con ustedes, Jesucristo nuestro sumo sacerdote celebra la misa hoy aquí.  Todos nosotros bautizados con nuestro sumo sacerdote celebramos la misa.  Todos los bautizados compartimos el sacerdocio del sumo sacerdote.  Ustedes comparten el sacerdocio de Cristo por su bautismo; yo también comparto en el mismo sacerdocio por mi bautismo y además por mi ordenación.  Pero si, hay un solo sacerdocio de Cristo, compartido con todos nosotros en Cristo.  Todos nosotros celebramos la misa; no sólo yo el sacerdote ordenado, pero ustedes y yo, que somos sacerdotes por el bautismo, celebramos juntos la misa.

Ustedes son importantes, e iguales a mí porque estamos juntos con Cristo, nuestro sumo sacerdote, en la acción de la misa.  El próximo julio, cuando habrá un párroco con tres otros ordenados sacerdotes para once parroquias, Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, va a celebrar la misa con ustedes y con nuestros párrocos dondequiera que celebramos la misa.

Necesitamos ser fieles a Cristo en estos tiempos de dificultad para que somos sacerdotes por el bautismo en Cristo nuestro sumo sacerdote.  Necesitamos tener muchos más sacerdotes ordenados, pero es lo más importante es que todos nosotros que somos bautizados en Cristo nuestro sumo sacerdote, permanezcamos fieles a esta vocación de Dios.

Este misterio de nuestro sumo sacerdote es el mismo misterio de la Iglesia sinodal que nuestro Papa Francisco está iniciando esta semana para todo el pueblo católico, para ustedes y para mí.

Nuestro sumo sacerdote, Jesús, ha entrado en el cielo, no para alejarse de nosotros, pero si para interceder pro nosotros y también estar con nosotros en su Iglesia en sus sacramentos.  Jesús se reúne, se junta a nosotros por el bautismo que él y nosotros

hemos recibido.  Jesús esta siempre con nosotros y siempre está presente en su Iglesia dondequiera que celebramos con él la misa.

Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, no para alejarse de nosotros, pero si para interceder por nosotros y permanecer con nosotros, que somos con él su pueblo sacerdotal.