(Por favor lean este pasaje antes)
Mis hermanos y hermanas,
¿Qué leemos en la primera carta se San Juan”? Leemos para que no pequemos. “Pero, si pecamos, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo.”
Jesucristo “siempre vive y está sentada a la derecha del Padre para interceder por nosotros.” Si, murió Jesús, se ofreciendo como víctima de expiación por nuestros pecados y los de mundo entero.
Nuestro intercesor es todopoderoso y eterno. Nunca va a morir otra vez. Nada es más poderosa que él. Puede salvar a todos pecadores. Ningún pecador puede escapar de su poder. Jesucristo, nuestro intercesor, puede salvarnos a todos y su intercesión es siempre efectiva.
No hay otro intercesor excepto el Espíritu Santo. ¿Puede la Virgen María interceder por nosotros? ¿Pueden los otros santos interceder por nosotros? ¿Podemos nosotros mismos interceder por otros? Si, si se puede, porque todos los que estamos juntos y unidos a Cristo como miembros de su cuerpo compartimos en la obra de intercesión porque estamos unidos a Jesucristo, que es el intercesor.
Hay sólo un Cristo, no hay muchos Cristos. El Cristo que está en la gloria del Padre es el mismo Cristo que está presente en su Iglesia y es agente en todos los sacramentos. Este Cristo también está en todos los miembros de su cuerpo. Hay un solo Cristo. El Cristo que intercede por nosotros y los demás es el mismo Cristo que murió y resucitó de la muerte, el mismo Cristo que es el único Hijo del Padre. Este Cristo se unió a todos los miembros de su Iglesia.
La Virgen María, todos los demás santos, todos los ángeles, todos los creyentes y todos nosotros que amamos el Señor somos miembros de Cristo. Entonces todos estos somos unidos a Cristo cuando Cristo intercede por los hombres y mujeres del mundo. Pero, sin Cristo, no podemos hacer nada. Concluimos nuestras oraciones con estas palabras, “Por Jesucristo, nuestro Señor.” Debemos hacer todo lo que hagamos en nombre del Señor Jesús porque somos el cuerpo de Cristo.
Si alguien peca, tenemos al todo Cristo como intercesor ante el Padre. Cristo en su pueblo, en su Iglesia, en sus sacramentos, en su gloria con el Padre, siempre vive para interceder ante el Padre pro nosotros.