(Por favor lean este pasaje antes)
Mis hermanos y hermanas,
¿Por qué hay envidias, rivalidades, guerras, luchas, los conflictos entre nosotros y toda clase de mal? Queremos la paz; necesitamos la paz. ¿Por qué no tenemos la paz?
Queremos la paz en nuestros parientes, en nuestras familias, en nuestra nación y en nuestro mundo. ¿Por qué no hay paz? Si no tengo paz en mí mismo, no contribuyo en nada a la paz del mundo, y si contribuyo mucho a que guerras en el mundo. Si tengo paz en mí mismos, contribuyo a la paz del mundo. No puedo dar lo que no tengo y daré sólo lo que tengo.
Para Santiago, sabiduría es lo mismo que paz. Para los ancianos, sabiduría se decía la manera correcta a vivir la vida. Una persona sabia siempre era persona de la paz.
Para muchos hoy, la persona sabia es persona rica con dinero, pero no necesariamente rica en relaciones. Si hay paz, los pueblos del mundo crece en número, en productividad, en armonía, en relaciones buenas, y hay mucha alegría. Si no hay paz, pero guerra, en el mundo, (entonces) matamos los pueblos del mundo, y hay penas y dolores. Paz es vida; guerra es muerte. La paz edifica y soporta todo; la guerra destruye a todos.
Para mí, la lucha en mí mismo es lucha entre mis placeres y pasiones contra lo que Dios quiere que haga. Mi paz es con Dios, mi guerra es por mis placeres. Es lo mismo para ustedes. Nuestras envidias, rivalidades, malas pasiones, e ambiciones combaten contra lo que Dios quiere que hagamos. Porque somos inquietos en nosotros mismos, causamos las luchas en nuestras comunidades, con nuestras compatriotas, con los demás naciones y pueblos del mundo. La paz o la guerra entra las naciones del mundo reflejan la paz o la guerra entre cada uno de nosotros. Como cada uno de nosotros, así el mundo.
La sabiduría de Santiago nos instruye como podamos establecer la paz verdadera en nuestro mundo. Vamos a pedir que Dios nos dé su gracia debida para que cada uno de nosotros hagamos las obras de paz para que podamos compartir nuestra paz con el mundo entero. Que pidamos y recibamos para la gloria de Dios y el bien de los todos hombres del mundo.