Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos
“Crucifícalo!” Hemos oído esta palabra y tal vez la dijéramos hoy dramáticamente.
¿Qué asesinaron a Jesús? Los soldados romanos lo ejecutaron y, entonces, lo mataron. En otra manera Jesús mismo expiró y murió. ¿Qué asesinaron a Jesús? Había una muchedumbre en la ciudad y tal vez un disturbio. Muchedumbres pueden seguir a un líder y pueden compartir en un disturbio fácilmente. Los sabios nos enseñan que, si haya una azotaina pública o ejecución pública afuera ahora, muchos de nosotros iríamos ahora a ver al hombre, un humano, azotado o asesinado.
Jesús y María era judíos. Pedro y los Apóstoles eran judíos. Los primeros cristianos eran judíos. San Pablo era judío. Los judíos no asesinaron a Jesús.
Unos líderes judíos compartieron en la matanza de Jesús. Pero si, no todos los lideres consentían en su asesinato. Porque Jesús murió por todos nosotros pecadores, tal vez nosotros compartiéramos en su muerte, pero, yo dudo en continuar en estas reflexiones.
Celebramos el Domingo de Palmas, Viernes Santo y la muerte y la resurrección de Jesús, no para acusar a los judíos, a Juda o a alguien otro de la muerte. Celebramos estos eventos para glorificar a Dios por su inmensa misericordia para nosotros. Celebramos porque Jesús, nuestro Señor tanto nos amó que nos dio su vida para nosotros, y Jesús nos amó hasta su muerte y su resurrección. Celebramos porque esta muerte y resurrección permite que entremos a la gloria de Dios.
El escuchar a la muchedumbre gritando, “Crucifícalo” hace dos mil años, ha ayudado que cristianos odien a los judíos. Diciendo esta palabra hoy en evangelio puede fomentar el mismo antisemitismo en nosotros. Necesitamos no acusar a nadie, pero si, debemos alabar a Dios que nos ha rescatado por la muerte y resurrección de Cristo.