el 2 de agosto: el 18 domingo: Romanos 8,35,37-39: Homilia

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(Por favor lean este pasaje antes)

Mis hermanos y hermanas,

San Pablo ha escrito, “¿Qué cosa podrá apartarnos del amor que nos ama Cristo?”  Él contestó que nado podrá apartarnos de ese amor.

Nada de las tribulaciones, nada de las cosas espirituales podrá apartarnos del amor de Cristo.  Ningún pecado, ni todos los pecados, podrán apartarnos de Cristo.

El amor de Cristo es siempre fiel, siempre todopoderoso.  Nada podrá vencer el amor de Cristo.  Cristo siempre nos ama, siempre nos quiere: nada podrá vencerlo.

Si nada podrá apartarnos del amor de Cristo, entonces ni nosotros mismos, ni nuestros pecados, podremos apartarnos de Cristo.  El poder de Cristo es más fuerte que todos nuestros males, y los de todo el mundo.  El amor todopoderoso de Cristo ha vencido todas las cosas, las calamidades, la muerte, nuestras debilidades, todos los pecados de todo el mundo.  El poder de Cristo es pleno e invencible.

Cristo siempre está con nosotros en nuestras tribulaciones y angustias.  Nunca Cristo va a irse de nosotros.  Es nuestro compañero en estas dificultades.

Siempre estará con nosotros por la muerte, contra los demonios, durante toda nuestra vida.

También está con nosotros cuando pecamos, no para ayudarnos en pecando, pero a alejarnos de ese pecado.  Siempre está con nosotros, siempre nos ama aunque pequemos.Entonces, podemos y debemos convertirnos a Cristo, rezar a Cristo, confiar en Cristo y arrepentirnos del pecado que hemos pecado contra Cristo.  No necesitamos desesperarse ni perder nuestra esperanza, porque Cristo siempre es fiel y nada podrá apartarnos de él, ni siquiera nuestros pecados.  El amor de Cristo y la voluntad de Cristo tienen todo el poder de salvarnos y remanecer con nosotros.  Nunca Cristo nos apartará de él.