Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
Las cartas a Timoteo son cartas para instruir a la iglesia que Timoteo gobernaba. Timoteo ya conocía que había recibido el don por la imposición de las manos de Pablo, pero si, los demás cristianos necesitaban oír que había recibido este don cuando Pablo le había impuesto las manos.
Timoteo había recibido un espíritu de fortaleza, no el de temor. Él había recibido también los dones de amor y de moderación. La vida de Timoteo era santa, llena de rectitud, conforme a la sólida doctrina. La vida de Timoteo era la que los demás cristianos deben vivir.
Nosotros cristianos han recibido el mismo espíritu que Timoteo recibió hace dos milenios. No debemos avergonzarnos de dar testimonio de Jesucristo, ni de vivir nuestra vida en la Iglesia de hoy porque el Señor nos ha fortificado y fortalecido para que podemos dar testimonio, sufrir algo por la predicación del evangelio.
Pablo, Timoteo, y nuestros antepasados son ejemplares de Cristo y debemos imitarlos en el nombre de Cristo. Podemos hacerlo porque Dios nos ha fortificado por los sacramentos de su Iglesia como fortificó a Pablo, a Timoteo y a los demás héroes de los años apostólicos.
Ne nos avergüéncenos de la vida cristiana, pero si debemos compartir los sufrimientos para la predicación del evangelio.
Pablo escribía a Timoteo y por Timoteo a nosotros para confirmarnos en la vida de Dios.