Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.
Es domingo de Pascua. Celebramos la resurrección de Jesús. Los evangelios nos enseñan que el Señor resucitó de los, muertos, pero no nos enseñan cómo.
María, la de Magdalena, vio removida la piedra del sepulcro. Creía que algunos habían removido a Jesús del sepulcro. No creía que el cuerpo de Jesús había resucitado de entre los muertos. El misterio de María Magdalena es que no sabía de la resurrección, pero, se hizo presagia de la resurrección.
El misterio de los discípulos es que Juan había corrido más aprisa que Simón, pero el último se hizo el primero. Los discípulos, que no entendían, proclamaron la resurrección del Señor.
El misterio de la resurrección es que nadie había entendido las Escrituras de la resurrección, pero Jesús ha resucitado de la muerte a la vida nueva.
Nosotros compartimos en este misterio. Jesús ha resucitado de entre los muertos y nosotros también hemos resucitado con él. Como Jesús está en los cielos, así estamos con él en los cielos. Como nosotros estamos en esta tierra, Jesús también está con nosotros en esta tierra. Es el misterio de la resurrección de Jesús.
Los sufrimientos de Jesús incluyen los sufrimientos que sufrimos porque somos miembros de su cuerpo. Compartimos ahora en tierra la gloria de Jesús porque él es la cabeza de su cuerpo, que somos nosotros. Todos estos son el misterio de Jesús.
La resurrección de Jesús es misterio sino también es la verdad y lo hecho. En este mismo misterio nosotros compartimos en esta solemnidad, fiesta y celebración de la resurrección de Jesús. Es el misterio de la resurrección verdadera de Jesús. Jesús ha resucitado y cómo no importa.
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