El 20 de diciembre: romanos 16:25-27: Homilía

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El 20 de diciembre: el cuarto domingo de Adviento:

Mis hermanos y hermanas,

Hoy celebramos el cuarto domingo de Adviento.

Hoy, el cuarto domingo de Adviento cuando esperamos la navidad del Señor, el apóstol Pablo nos anima a dar gloria a Dios.

A pasar del coronavirus, a pasar de las políticas discutidas, a pasar de peligros personales, a pasar de nuestras relaciones agitadas, a pasar del clima, a pasar de la economía, a pasar de nuestra salud, a pasar de teorías de conspiraciones, a pasar de algún desafío o suceso negativo, San Pablo nos manda que demos gloria a Dios.

El evangelio necesita cumplirse y la revelación del misterio también necesita predicarse.  El designio eterno de Dios debe cumplirse.  Las naciones del mundo deben aceptar la obediencia a Dios.  El trabajo es muy difícil, la obra es ardua.  Pero nosotros mismos, no tenemos las fuerzas para cumplir el trabajo que se necesita.  Sólo Dios puede cumplirlo come dice el Evangelio.  Sólo Dios puede darnos las fuerzas para cumplir con nuestro trabajo.  Sólo Dios puede traer a las naciones a la obediencia de la fe.

A Dios, entonces, debemos dar la gloria, por Jesucristo, para siempre.

No importa cuánto debamos trabajar.  No importa la dificultad del trabajo.  No importa nada excepto la fuerza de Dios.  Es Dios el que nos da las fuerzas y el éxito a nuestro trabajo.  Sin Dios, trabajamos con frustración; con Dios trabajamos con éxito.

Dios siempre está dándonos su fuerza.  Nunca nos abandonará.  A Dios, entonces, debemos dar la gloria, por Jesucristo, para siempre.

Hay problemas en nuestra vida.  Hay lágrimas.  Hay decepciones y pecados.  Hay peligros y agitaciones.  De todos nuestros problemas pasados, Dios nos libró.  De todos nuestros problemas futuros, Dios nos librará.  A Dios, entonces, debemos dar la gloria, por Jesucristo, para siempre.