El 21 de agosto 2022 (hebreos 12,5-7,11-13)

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Por favor, lean este pasaje antes.

Mis hermanas y hermanos,

“No deprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda.”

Uno de mis amigos tenia el COVID.  No podía enseñar que lo es la corrección del Señor, porque no podía decirle lo que el Señor quería hacer con él.

Si un joven quiera ser asesor, necesita conocer de como asesorar correctamente.

El que quiera ser soldador necesita saber soldar correctamente.

El que quiera ser atleta que corre, necesita saber correr correctamente.

El que quiera ser médico, necesita estudiar medicina para ejercer como médico y así curar correctamente.

La practica para ser mejor es difícil y se necesita madurez para ejercerla.

Algunas veces puede ser dolorosa, y otras veces, por ejemplo, dar un buen consejo, salva.  Toda la practica antes de la madurez puede ser dolorosa. Pero si, la facilidad de su uso es algo bueno que sea esperado.

La disciplina es el acto corrigiendo a alguien para que sea mejor.  Los padres corrigen a sus niños para que los niños crezcan y lleguen a ser adultos mejores en forma de ser y de pensar.  Los entrenadores trabajan a sus atletas muy rigorosamente para que puedan jugar y ser mejores en sus partidos.  Los que enseñan a los que quieren ser médicos los guían por un tiempo difícil, llamado la residencia, que es necesaria para convertirse en excelentes doctores.

Es cierto que momento ninguna corrección nos causa alegría sino más bien tristeza.  Pero si, después, produce frutos buenos con facilidad.

El Señor es nuestro campeón en la lucha.  Nos precedió para animarnos para que podamos correr y llegar con éxito al trono del Padre.

Por lo tanto, robustezcamos las manos cansadas y las rodillas vacilantes y corramos alegremente al Padre para alcanzar la gloria.