El 21 de julio 2024 Marco 6, 30-34

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Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.

Hermanas y Hermanos,

Jesús vio una numerosa multitud que se movía como ovejas sin pastor.  En la biblia, a los reyes se les llamaban pastores.  Un pueblo sin pastor era un pueblo que no tenían un rey.  Jesús fue entre su pueblo como un pastor-rey, muy parecido al David de la antigüedad.

Había otro rey en aquellos días, llamada Herodes.  El rey Herodes solía celebrar su cumpleaños, alimentando sus huéspedes con la cabeza de Juan el Bautista.  Por otro lado, Jesús, el pastor y rey, solía celebrar a su pueblo, enseñándolos y sanándolos.  El banquete de Herodes fue el banquete de muerte.  El banquete de Jesús siempre da vida a su pueblo.

Llamamos a nuestros sacerdotes pastores.  Los padres son pastores para su familia. Nuestros líderes son pastores para nuestras comunidades.  No tenemos reyes en nuestro país, pero si, tenemos un presidente, el que podemos llamar pastor.

La tarea del pastor es alimentar y guiar a la gente.  Tenemos pastores para el bienestar de la familia, de la comunidad, y de la nación.  Ningún pastor debe alimentarse o enriquecerse.  El pastor debe servir a los demás; los demás no deben servirle a él.  El Señor, como el buen pastor, no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos.

Los padres son pastores; los maestros son pastores; Los jefes son pastores; los sacerdotes son pastores; los gobernadores y el presidente son pastores.  Todos nosotros somos pastores y todos debemos alimentar a los demás y ser siervos para los demás, especialmente para los pobres.

No elegimos a nuestros padres.  Tampoco podemos controlar a los demás.  Pero si, podemos controlarnos a nosotros mismos.  Debemos servir a los demás no a nosotros mismos.  Los que tienen la obligación de servicio no deben alimentarse, sino a todos los demás.

Jesús es nuestro buen pastor, es decir, nuestro rey que nos sirvió de tal manera que dio su vida para rescate por la redención de todos.

Dios nos ha hecho la presencia de Jesús en nuestro mundo.  Deberíamos imitar el ejemplo de Cristo, nuestro

pastor y rey.  Del mismo modo Debemos dar nuestra vida, como la del buen pastor, en el servicio de los demás.