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Mis hermanas y hermano
Juan el Bautista bautizó a Jesús en Galilea. Entonces, Juan continuaba bautizando en Galilea y Jesús iba a Judea. Después del arresto de Juan, Jesús se retiró a Galilea. Juan era el maestro de Jesús y Jesús quería continuar el trabajo de Juan. En aquel tiempo, Jesús predicaba, diciendo, “Conviértanse” como Juan. Finalmente, Jesús cambiaba su mensaje y predicaba la buena nueva del Reino de Dios y curaba todas las enfermedades y dolencias.
Veo que Jesús experimentaba, por primera vez la voluntad de Dios que necesitaba predicar el mismo mensaje que Juan, “Conviértanse” y después, la proclamación de la buena nueva del reino de Dios y curación de toda enfermedad y dolencia. Como nosotros Jesús oía la voluntad de Dios progresivamente, por grados.
La tierra de Zabulón y Neftalí estaba cerca de Nazaret en Galilea. Fue una parte de las tribus de Israel y fue la primera parte exiliada en el tiempo del Exilio. Con el adviento de Jesús, esta tierra de sombras y dolor vio la luz grande de Dios.
Dios llamaba a Jesús por primera vez a aprender de Juan y después a predicar el reino, a sanar a los enfermos, a perdonar el pecado, y a hacer a todos miembros de la familia de Dios.
Dios nos llama en la misma manera, gradualmente, por partes. La vocación de Dios es como una persona que sale con alguien: primero es el novio, después el prometido, y el esposo y finalmente el maduro. Primero se necesita el arrepentimiento, entonces la predicación, finalmente la perfección.
Dios tiene un sentido del humor. Hace los pescadores de los peces, pescadores de los hombres y hace a los pecadores a ser pescadores de su familia. Él convierte nuestros pecados a ser instrumentos de su gracia por nosotros y por otros.
Dios envió a Jesús a Galilea para predicar el arrepentimiento, y a todo Israel para llevar a todos en la plenitud del reino de Dios. Dios nos envía a nuestras Galileas y a nuestros maduros trabajos, usando nuestros pecados y talentos para su gloria.