Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.
Hermanas y Hermanos,
Jesús dijo a sus discípulos, “La gente están queriendo matarme y ustedes están discutiendo sobre mi herencia! No tengo riqueza, ni coches, ni villas, ni casas, ni joyas. No he venido para hacerme rico. “He venido para dar mi vida en rescate por todos.”
En los días cuando los niños debían ser vistos y no escuchados, cuando los niños debían ser personas que son un cero a la izquierda, Jesús tomó a un niño y abrazándolo dijo “Él que reciba en mi nombre a un niño así, a mí me recibe.” Esto es la herencia de Jesús por sus discípulos: heredan las nadas de la sociedad y deben hacerse nadas a sí mismos.
La creación es ejemplo de ser discípulo. El crear significa hacer algo de nada. Dios creó todo del universo de nada. Toda la creación se hizo discípula de Jesús porque le permitió que Dios creara la creación de nada. Nosotros también debemos permitir que Dios nos recrea de nuestra nada a ser los niños de Dios, el cuerpo de Cristo, y Cristo mismo. “Si no cambiamos y nos hacemos como los niños, no entraremos en el reino de los cielos.”
Solo los que son un cero a la izquierda pueden hacerse algo. El mundo piensa lo contrario que solo alguien puede ser alguien. Los ricos y los poderosos piensan que son los más importante por sus riquezas y poder. En verdad, están viviendo una mentira. Son los que son un cero a la izquierda del mundo que permiten que Dios las haga cualquier cosa que Dios quiera.
Los que son un cero a la izquierda se hacen los algunos. Los últimos se hace los primeros. Jesús, el primero, se hizo el último para hacer todo los demás primeros. Cuando permitimos ser últimos, como un niño, podemos hacernos primeros. El Hijo del hombre tuvo que morir como el último para resucitarse como el primogénito de los que son vivos.
Una semilla, como una nada, se planta en la tierra: resucita en su esplendor nuevo. Jesús se ha plantado, resucitó y se sienta a la diestra del Padre en toda su gloria. Nosotros también, como Jesús, plantado como nada estamos recreando en un nuevo nacimiento como los niños de Dios y el cuerpo de Cristo.