El 23 de octubre 2022 (2 Timoteo 4,6-8, 16-18)

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Mis hermanas y hermanos,

Pablo escribe a Timoteo.  Él es viejo y he llegado la hora del sacrificio.  Se acerca también el momento de su partida.

Ha luchado en el combate y corrido hasta la meta y perseverado en la fe.  Espera la corona prometida.  Pero si, está decepcionado porque sus compañeros no están con él y él está solo.

Pablo he llegado al fin de su vida.  Espera la corona de la mano de Dios.  No tiene miedo por su vida porque espera en Dios.  Pablo en el fin de su vida espera en la misericordia de Dios y no en sus mismos trabajos.

Hoy es Domingo Mundial de las Misiones.  San Pablo dio su vida para llevar a los paganos a conocer a Cristo.  La misión de toda la Iglesia, obispos, sacerdotes, y también de todos ustedes, es predicar la buena noticia de la resurrección de Cristo y de nuestra esperanza de compartir con él en esta resurrección.

Como Pablo, el gran apóstol de las gentes, debemos predicar le buena noticia de Cristo.  Al fin de su vida, no tuvo miedo por sus faltas, pero si, tuvo esperanza en la misericordia de Dios.  No importa que seamos grandes o pequeños apóstoles.  Lo que es importante es que predicamos la buena noticia de Cristo a los demás.  En nuestra predicación de la buena noticia, tal vez cometamos errores, pero la misericordia de Dios ha preparado una corona de gloria para nosotros.  Debemos esperar en la misericordia de Dios.

Las superficies inferiores de coches, de ropas, de todas las construcciones, las partes que podemos ver, no son hermosas, pero si son muy útiles; las superficies exteriores, los que podemos ver, son hermosas.  In nuestra vida, las cosas que vemos, tal vez pueden aparecer defectuosas y feas, pero, si son la fundación es de la belleza de nuestra vida en Cristo.  Es la misericordia de Dios que cambia nuestras imperfecciones a la gloria de Dios.

Luchamos en nuestra vida diaria y corremos hasta la meta. Es por eso que esperamos la corona de gloria que el Señor nos ha prometido.