Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
Culpamos a Adán por nuestra muerte. Él pecó y nos enseñó a pecar. Por su pecado, necesitamos morir. Heredamos el pecado y la muerte de Adán de algún modo u otro. Nos reconocemos en Adán y también reconocemos a Adán en nosotros. Por nuestro nacimiento en Adán pecamos con Adán.
Alabamos a Cristo por nuestra vida. Él fue fiel y nos enseñó a ser fiel. Por su fieldad, podemos ser fiel. Heredamos la gracia y la paz de Cristo de algún modo u otro. Podemos reconocernos en Cristo y también reconocemos a Cristo en nosotros. Por nuestro renacimiento en Cristo vivimos con Cristo.
Ahora por nuestro bautismo en Cristo, nos cambiamos y somos en Cristo. Con Cristo morimos y con Cristo resucitamos de los muertos, como dice San Pablo en esta lectura, “por el bautismo fuimos sepultado con Cristo y también resucitamos con él.”
El don de Adán es misterioso, el misterio del pecado y de la muerte. Experimentamos este misterio físicamente en nuestra vida y muerte. Como el don de Adán, así el don de Cristo es misterioso, y mejor que el don de Adán. Experimentamos verdaderamente este don de Cristo aunque no físicamente, pero en la realdad y la verdad de los sacramentos. Cristo fue sepultado y nosotros por el bautismo fuimos sepultado con él: compartimos la muerte de Cristo como compartimos la muerte de Adán. Cristo fue resucitado y nosotros resucitamos por el bautismo fuimos sepultados con él: compartimos la resurrección de Cristo y el perdón de nuestros pecados como compartimos el pecado de Adán. Por Adán, el pecado y la muerte; por Cristo, por otro lado, perdón y la vida nueva.
Vemos en nosotros claramente las obras de Adán. Vemos menos perfectamente las obras de Cristo en nosotros. Pero si, Cristo anuló las obras de Adán y restauró su vida eterna en nosotros. Lo que vemos, no es verdaderamente verdadero. Pero si, lo que no vemos, es perfectamente la realdad.
Ahora estamos con Cristo, y Dios nos dio una vida nueva con Cristo, perdonando todos nuestros pecados.No necesitamos culpar a Adán por nuestros pecados; necesitamos alabar a Dios por su Hijo, Jesucristo que nos asoció con su vida y su resurrección. Por su vida Jesucristo nos enseñó a vivir rectamente.