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Por favor, lean este pasaje antes de la homilia.
Hermanas y Hermanos,
Necesitan cerca de veinte vehículos muy blindados y más que veinte mil dólares para escoltar el Presidente de los Estados Unidos con seguridad a cenar a un restaurante. Solo se necesitó una muerte en una cruz para declarar a Jesús rey.
En Inglaterra el Príncipe William nació para ser rey; su hermano el Príncipe Harry nació para no ser rey. Así corrió el melodrama de la familia real británica.
Jesús nació para ser rey para testificar a la verdad. Todos los que pertenecen a la verdad escuchan su voz. Tal fluye la paz de Cristo en todos nosotros.
Una persona, a través de su muerte en la cruz, reina para siempre. Otra, a pesar de sus vehiculos blindados y guardaespaldas, tendrá poder no más que diez años y luego caerá en el olvido.
¿Cómo decimos la verdad? ¿Cómo escuchamos su voz?
¿Cómo podemos silenciar las mentiras y el discurso del mundo? Mis padres, a través del diseño divino, cultivaron a sus niños para que conociéramos a Cristo.
Nuestros presidentes no actúan como reyes, pero si tendemos a darles la riqueza y el honor que otras naciones reservan sus reyes y reinas.
A veces, sin embargo, nosotros mismos tendemos a actuar como reyes. Queremos nuestros propios reinos y reinas, nuestro propio poder, nuestro propio camino, a costa de otros. El solo y verdadero rey murió en una cruz y resucitó de entre los muertos al tercer día. A él Lo honramos hoy: Jesucristo el Señor.
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