Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
Jesús es Pastor de su rebaño. En su nacimiento los pastores de Belén vinieron a ver a Jesús en su infancia, pero ahora estos pastores son el rebaño para Jesús. Las sagradas Escrituras dicen que Jesús fue enviado para congregar a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Jesús, el Pastor, está sentado en su trono de gloria para juzgar a sus ovejas.
Los pecados que excluye a los de la izquierda del Pastor del rebaño del Señor, son: el no dar de comer a los hambrientos, de beber a los sedientes, de hospedar a los forasteros, de vestir a los desnudos, de visitar a los enfermos y los encarcelados. Las ovejas de Jesús son los que aman a sus vecinos activamente con buenas obras.
No dice Jesús nada de la sexualidad de su rebaño. Pero si, Jesús contestará a cada uno de su rebaño, “¿Cómo trataste a los más insignificantes de mis hermanos?”
Cada una del rebaño de Cristo ve la cara de Jesús en la cara de los que encuentra cada día. No podemos amar a Dios que no podemos ver si no amamos a nuestros hermanos que podemos ver.
Necesitamos dar la vida a los infantes en el seno de su madre, pero es muy importante también proveer a estos infantes la comida, la bebida, la hospitalización y todas otras necesidades para su crecimiento a su madurez. Nuestro pastor, Jesús, es rey de la totalidad de la vida de todos los hombres de todas edades y condiciones de mundo entero.
Jesús el pastor está sentado en su trono de su gloria. Viene para buscar a sus ovejas y para llevarlos al trono de su gloria. El pastor quiere que las ovejas perdidas se conviertan y hagan frutos de su conversión y, entonces, puedan sentarse con el pastor en su trono de gloria.