Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo. Esta cuidad era cerca de veinte millas del Mar de Galilea. El dios pagano Pan también se adoré aquí. El dios Pan fue el dios de los campos, de los pastos, de la caza, de las cabras, o de apicultores: el dios de muchos nombres.
Cesarea de Filipo se parece un buen logar donde Jesús podía preguntar a los discípulos que el pueblo pensaba de Jesús. Las repuestas eran muchas como los muchos nombres del pagano dios Pan: Juan el Bautista; Elías; Jeremías, o alguno de los profetas.
Pero si, Jesús insistía que los discípulos le identificaran. Pedro contestó, hablando por todos, “el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” La respuesta era muy específica. Jesús es el Cristo, el Mesías ungido, pero si, era más el Hijo del Dios vivo, que es decir que Jesús era el verdadero Mesías de la familia de David el Rey.
Jesús replicó dando a Pedro una bendición y explicaba que la respuesta de Pedro ha llegado de Dios, no de las fuentes humanas.
Este pasaje es más anciano que el evangelio según San Mateo. Existía antes del evangelio según San Mateo lo escribiría. Las expresiones para hijo de Juan, ningún hombre, y Pedro vienen del lenguaje de Jesús.
La palabra Iglesia es de la traducción griega de la palabra hebrea que se dice “asamblea llamada juntos” [dv note: assembly called together]. La palabra llaves refiere al poder del mayordomo de David el Rey de abrir y cerrar la entrada al rey. El cambio del nombre de Simón a Pedro era semejante al cambio de los nombres de Abrán y Saray a Abrahán y Sara. El poder de atar y de desatar refiere al poder de los ancianos rabinos de atar y desatar por su interpretación de las Escrituras. San Mateo ha situado este episodio ciertamente en la historia vital del pueblo de Dios.
El poder de Jesús es sólido en este pasaje. El poder de Jesús de nombrar a Pedro y sus compañeros es también sólido. Hemos retornado al tiempo de Abrahán cuando Abrahán y Dios caminaban dos y dos. Hemos retornado al tiempo del rey David con su poder de atar y de desatar. Hemos retornado a los tiempos de Isaías y los demás profetas. Hemos retornado al tiempo cuando Dios otra vez interviene en el mundo de los hombres.