El 27 de marzo 2022: 2 corintios 5,17-21

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(Por favor lean este pasaje antes)

Mis hermanas y hermanos,

Espero que les gusta a ustedes ser una nueva creatura según Cristo.  Ya tiene lo nuevo de la creatura nueva.  La creatura nueva vive en nuestra comunidad cristiana.  Todos los que tienen una parte de nuestra comunidad tienen esta creatura nueva y están en Cristo.

En nuestras comunidades civiles vivimos según el orden público (la ley y el orden).  Los que infringen o violan el orden público se castigan y se llaman criminales.  el orden público no es idea cristiana.

En Cristo, Dios reconcilió el mundo consigo.  Si una vez hemos creído en el mundo del pecado y castigo, necesitamos ahora creer que Dios destruyó el pecado.  Dios renunció a tomar en cuenta los pecados de los hombres.  Dios también hizo nosotros embajadores de Cristo para que proclamemos la misericordia de Dios.

Somos elegidos, somos embajadores.  Si una vez nos veíamos como depreciables pecadores o como males personas, ahora necesitamos desechar esta idea.  Dios nos restituyó a si en Cristo.  Dios no hizo ninguna mala idea de nosotros por nuestros pecados.  Dios destruyo de nosotros el temor del infierno.  Ahora no necesitamos desesperarnos de no ir al cielo.

Ustedes que son mamás o papás siempre aman y quieren a sus hijos y nunca los reniegan, no importa sus males conductas.  Dios es semejante a ustedes mamás y papás.  Nunca Dios puede renegarnos porque somos en Cristo sus hijos.  Si podamos hacer que Dios nos reniegue, entonces nosotros seamos más fuertes que Dios y ¡este es imposible!

Dios hizo a Cristo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos juntos y santos.  Por su gran poder Dios hizo su Hijo ‘Pecado” para salvarnos.  Por su gran poder, Dios nos hice su Hijo, el que es “sin pecado”.  Dios puedo llevar a todos nosotros pecadores en la plenitud de la impecabilidad de Cristo.

Nuestra historia se incluye el colonialismo.  El colonialismo oprime a los vencidos física, moral y personalmente.  El colonialismo destruye sus sistemas religiones e indígenas, sus lenguajes, sus culturas, y sus historias.  El colonialismo se destruye cuando los colonizados afirman su dignidad humana y su dignidad como los de la creatura nueva de Cristo.  En Cristo no hay colonialismo, pero la nueva creatura.

Nosotros somos los de la nueva creatura.  Vivimos en la plenitud de la gloria de Dios en Cristo, nuestro Señor.