Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos
Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar, y el pueblo quedó asombrado de sus palabras. Jesús era niño del lugar y nunca había estudiado en la gran Universidad de Jerusalén o bien el Colegio Regional y Comercial de Belén. No tuvo credenciales, pero si, enseñaba con autoridad.
Jesús acabó de anunciar la plenitud del tiempo y la venida del reino de Dios. Por eso, se acababa el reino de Satanás. No es que Jesús estaba atacando directamente a Satanás, pero que Satanás estaba buscando a Jesús. No es que Jesús había venido para destruir el diablo, pero si, que el diablo mismo había venido para destruirse por Jesús.
Es como muchas veces los generales los más famosos y exitosos hicieron: atrajeron el ejercito que están atacando a una búsqueda inútil, agotando sus ofertas, y debilitándose hasta su rendición.
Aquí, cuando Satanás está moviendo furtivamente a Jesús, Jesús lo encontró al frente. Jesús habló con autoridad y mandó a Satanás a salir y a callarse. Jesús mandó hasta a los espíritus inmundos, y lo obedecieron.
Para nosotros, no necesitamos buscar a Satanás porque el diablo está buscándonos como él buscaba a Jesús. Podemos despedir a Satanás y mandarlo a su propio lugar. Podemos mandarlo y siempre necesitamos mandar, no preguntarlo.
Satanás ha perdido la batalla y la guerra. Se perdió por Jesús y no puede controlarnos porque somos la presencia viva de Cristo en el mundo de hoy.
Podemos vivir la vida cristiana con autoridad. No es que hemos estudiado en la gran Universidad de Jerusalén o bien el Colegio Regional y Comercial de Belén. Nuestras crecencias sólo son que el Espíritu Santo es siempre con nosotros y el Espíritu Santo nos da el poder mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen.