Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos
Los montes son lugares donde Dios enseña a su pueblo. Jesús subió al monte y se sentó para ensañar al pueblo. Jesús es Dios.
La beatitud era una forma común hablando en el Antiguo Testamento. En salmo 32, se lee, “Dichoso el que fue absuelto de su culpa…. Dichoso el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta su falta.” Los pobres, los que buscan su esperanza en Dios, encontrarán el reino de los cielos. Los sufridos son los que no encuentran su éxito en las riquezas del mundo. Los que buscan el reino de los cielos orientan su vida a Dios. El reino de los cielos no es lugar, pero si es relación con Dios.
Los limpios de corazón verán a Dios, un privilegio que Moisés quería, pero lo que no recibió.
La paz para los israelitas fue la totalidad de todos los dones de gracia y bondad. No es la paz ausencia de la guerra, pero si, la redundancia de la bondad y la gracia.
Todas las beatitudes son las mismas. Todas dicen lo mismo. Todas proclaman dichosos a los que se someten a Dios en todas las cosas.
El profeta Sofonías hablaba de los elementos de las beatitudes. “Busquen al Señor, los humildes de la tierra, los que busquen los mandamientos de Dios. Dichosos los que busquen la justicia y la humildad. La gente pobre y humilde es dichosa.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por cause de Cristo.”