El 3 de martes 2024 (Juan 2:13-25)

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Por favor, lean este pasaje antes. 

Los pregunto a ustedes, “¿Dónde se debe dar culto a Dios, en Jerusalén o en el monte de Samaria?”  La contestación de Jesús es “ni en Jerusalén ni en otro lugar.”

Hoy Jesús entro en el templo en Jerusalén.  Vino para tomar posesión de su misma casa.  El templo fue la casa de Jesús.  Jesús es el espíritu y la verdad de Dios.  Los que adoran a Dios en el espíritu y en la verdad son los que ven en Jesús el Hijo del Padre.  Ellos son los que encuentran el templo verdadero de Dios.

En esta Cuaresma, Jesús está destruyendo los falsos templos que hicimos de nosotros, para edificar de nosotros el templo verdadero de Dios.  Recordamos que Jesús es el verdadero templo de Dios, y Cristo, por nuestro bautismo nos, hace los miembros de esto templo.

La Cuaresma es el tiempo para que podamos restaurarnos en el templo de Jesús.  Muchos años se ha llevado la construcción del templo que era en Jerusalén.  Por la celebración de la Cuaresma, Jesús va a levantar el templo de su cuerpo en pocos días.

En esta Cuaresma, Dios quiere conducirnos de la adoración de nuestros mismos cuerpos a la veneración del Dios verdadero en el espíritu y verdad para siempre.

Para nosotros hay testigos.  Unos cientos de los no-bautizados conocieron al obispo el domingo pasado.  Ellos se dedicaron a recibir bautismo en la Vigilia Pascual y están estudiando ahora cómo puedan imitar la vida de Cristo.  Ellos son nuestros testigos.

¿Qué hacemos nosotros para seguir mejor a Cristo?  El seguir a Cristo no es el destruir el templo que es nuestra vida, pero si es el reconstruirnos para que podamos ser la casa de Dios, el templo del todopoderoso, el cuerpo verdadero de Cristo.