Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos,
Mi papá encontraba su riqueza en los Grandes Lagos y en Ohio encontró su tesoro en sus doce niños y su esposa. Yo también encuentro mi tesoro por el ejemplo de mis padres.
Una vez, una persona se fue de su casa arribas de una gran montaña a buscar su reino en los valles profundos. Todos los días y todas las noches estaban buscando su territorio y su pueblo. Después de mucho tiempo, finalmente encontró su reino. Vendió cuanto tenía v compró su reino.
El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en la tierra. El Hijo de Dios que lo encuentra, lleno de alegría, vino a comprarnos. El reino de los cielos se aparece a un comerciante en perlas finas. Al encontrar (-nos, que somos) las perlas muy valiosas, se vendió todo su ser para comprarnos.
El reino de los cielos se parece a la red de Dios, y Dios quiere recoger a todos los pueblos para sí mismo.
Nosotros somos el tesoro muy valioso y es lo que el Señor busca y quiere. Somos la perla valiosa. Somos los pescados de la red del Señor, los salvados de la maldad de Satanás, purificados de toda la perturbación y temor.
El Señor nos salvó por su inmenso amor para nosotros. Nos eligió para su reino, para el gozo eterno. En retorno, Dios nos ha llamado a ser su Hijo en nombre y de hecho, y nos mandó a ir a los demás para que podamos llamarlos a su reino como perlas valiosas o tesoros escondidos.
Nosotros somos el cuerpo de Cristo y comemos el cuerpo de Cristo y nos hacemos más el cuerpo de Cristo para traer a los demás en el tesoro y la perla del reino de Cristo. Entramos en el mundo en la persona de Cristo para llevar a los demás en este reino de Dios.
El reino de Dios está aquí ahora.