El 30 de junio 2024 Marco 5, 21-43

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Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.

Hermanas y Hermanos,

La mujer quería ser sanada de su aflicción. La hija del jefe de la sinagoga quería vivir.  José Gonzalez quiere seguir a Cristo más profundamente.  La mujer tocó el mantel de Jesús; la niña obedeció las palabras de Jesús; José oía la voz de San Francisco para aprender más profundamente como pudiera vivir como el Señor.

La fe de la mujer, la fe de los padres de la niña, y la fe de José se traen a Cristo.  La voz del Señor cura a todos, pero, no en la misma manera: a la mujer después de doce años; de la niña después de su muerte; y a José después de veinte ochos meses de oración y formación.

¿Por qué quiere José ser franciscano?  ¿Quiere ser curado como la mujer en el evangelio?  ¿Quiere vivir como la niña del evangelio?  Llegue a conocer que San Francisco es guía leal a Jesús.  Por esa razón José estaba llamando a nuestra puerta.

¿Es eso sin pensarlo?  No.   Hace tres años José está queriendo ser franciscano.  Aprendió ser franciscano, siguiendo a Cristo como San Francisco lo siguió.  Si hemos recibido a José como declarado franciscano en nuestra vida como alguien permanentemente declarado, sin formación en nuestra vida y ejercicios, muchos daños le haríamos.  No pudimos hacerlo una declaración perpetua antes de que aprendiera nuestras costumbres.

Por su formación, José llegó a conocer a San Francisco como su discípulo.  A pesar de todas las faltas de cristianos, muchos hombres se hacen cristianos todos los años y también a pesar de las faltas de nosotros franciscanos, José quiere hacerse, como nosotros, franciscano.

Hoy José llama a nuestra puerta, toca nuestro manto y quiere oír la palabra de Cristo que destierren la muerte.  Hoy contestamos a José, “No temas, Basta que tengas fe”.