Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.
El 4 de agosto 2024 Juan 6, 24-35
Hermanas y Hermanos,
En el evangelio de hoy, Jesús dijo que, “la obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado.”
La gente pidió a Jesús una señal. La gente había comido de los cinco panes y los dos pescados maravillosamente, pero ¿no creían en Jesús? La multiplicación de los panes ¿no fue señal de Dios?
La multiplicación de los panes fue un acto de la misericordia de Dios. ¿Era la misericordia del Señor menos una señal de Dios que el enojo de Dios? Si Jesús hubiera matado a los cinco mil hombres en lugar de alimentarlos, ¿sería esto más una señal que Dios ha enviado a Jesús?
Jesús vino al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo. La Biblia dice que “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo él que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Necesitamos hacer las obras de Dios. Por lo tanto, necesitamos creer en Jesús como el Hijo único de Dios, que es también igual al Padre. Jesús es el Sacramento y el signo de Dios en el mundo. Jesús es la presencia sacramental de Dios en la Iglesia. Por lo tanto, la Iglesia es el sacramento y el signo de Cristo en el mundo, la presencia sacramental de Cristo en el mundo.
Nosotros somos la Iglesia y necesitamos hacer las obras de Dios para que todas las personas del mundo puedan creer en Dios y salvarse.
Si no creemos en Cristo como Hijo único de Dios y si no creemos en nosotros mismos como el cuerpo de Cristo no podemos creer que Jesús está en el pan y vino de la Eucaristía.
La obra de Dios consiste en que creamos en aquel a quien él ha enviado, que es nuestro señor Jesucristo, que se hizo uno de nosotros para salvarnos.