Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.
Pedro dijo que iba a pescar. Pescó antes, pero ahora estaba volviendo a su anterior trabajo. En otra palabra, Pedro parecía que iba a resignar su trabajo con el Señor.
A veces los profetas del Antiguo Testamento, como Jeremías, renunciaban a sus cargos, y Dios se había negada sus renuncias. ¿Qué pasaría con Pedro?
Pedro, el pescador profesional, no pescaba nada esa noche. A veces, incluso los profesionales necesitan entrenadores. Jesús le dijo a Pedro que probara el otro lado de la barca y, la red estaba tan llena que se rompía.
Jesús invitó al pescador que no podía pescar, a desayunar con él. ¿Qué haría Jesús con alguien que quisiera dejar de su trabajo con el Señor?
Durante el desayuno, Jesús conversó con Pedro, “¿Me amas?” y Pedro contestó, “Si, te quiero.” Él y Pedro intercambiaron preguntas y repuestas. Finalmente, Pedro desistió de su plan de dejar a Jesús.
Jesús vino a buscar a los perdidos. Eso era lo que hacía Jesús mientras caminaba por la playa y preparaba el desayuno sobre un fuego de carbón. Pensó que Pedro estaría cerca de la playa y lo encontraría.
¿Cuántas veces hemos ido a pescar, y cuantas veces andaba las calles y asaba comida para que pudiéramos encontrarnos con él y recibir su bienvenida?
Jesús restauró la posición de Pedro en la Iglesia y hace lo mismo para nosotros. Jesús recibió a Pedro y nos recibe siempre.
Pedro, el pecador se hizo Pedro el pescador de la gente. Jesús murió, pero Jesús se resucitó para mi y para ustedes.