Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos
“Ustedes son la sal de la tierra,” dice el Señor.
La sal es muy bíblica. Es signo de la alianza de Dios con su pueblo. Los israelitas añadieron sal con tu ofrenda de cereal. Los israelitas hablaban los beneficios de sus reyes como la sal del palacio.
La sal es muy útil. Para nosotros, la sal puede mantenernos hidratos; impedir el calambre de nuestros músculos; y mejorar nuestro sueño. Puedo también matar la hiedra venenosa; extinguir los fuegos de grasa; derretir el hielo de las aceras; e impedir que pulgas inhabiten las perreras.
La sal tuve mucho valor. En las guerras de antigüedad, los romanos victoriosos plantaban los campos de los vencidos con la sal para hacer los campos infértiles y (hacer) el pueblo sin la sal. La sal que se vuelve insípida se tire a la calle para que los romanos pisen los vencidos y los vencidos (los judíos de Jerusalén) no pudieron usar los beneficios de la sal en su vida diaria.
La palabra “sal” es la raíz de la palabra ingles “salary” y la palabra español “salario” porque los militares de antigüedad recibieron su recompensa en la sal.
La sal, ¿Cómo puede devolverse su sabor o su bondad? El agua puede disolverla o diluirla. Si la sal se vuelve insípida o perder su poder, sirve nada.
Nosotros somos la sal de la tierra. Tenemos que
remanecer fieles con Dios en tiempos de angustia o de las persecuciones. Dios es nuestra sal y nuestra salvación.