El 5 de junio 2022 (1 corintios 12,3-7.12-13)

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(Por favor lean este pasaje antes)

Mis hermanas y hermanos,

Es Pentecostés.  El Pentecostés es la glorificación de Jesús.  Es don del Espíritu Santo.  Es por ese don que podemos llamar a Jesús “Señor”.  Nadie puede llamar a Jesús “Señor” sino tiene el Espíritu Santo.

Hay un sólo Espíritu Santo, pero si, hay muchos diferentes dones.  En nuestros cuerpos también hay muchos diferentes dones, o bien, partes, pero si, hay un solo aliento que nutre todas esas partes. 

Es la misma cosa con el Espíritu Santo.  El Espíritu Santo nos hace miembros del cuerpo de Cristo, muchos miembros del único cuerpo de Cristo.  Nadie de nosotros existe sólo para sí mismo, pero si, para la comunidad del cuerpo de Cristo.

Todos nosotros, seamos hispanohablantes o los que hablamos inglés, ciudadanos o no-ciudadanos, los tenientes el permiso de residencia y de trabajo o no, demócrata o republicano, varón o mujer, sacerdote o laico, somos esencialmente mismos en el único Espíritu Santo.

Ellos, que sus papás no quieren ni amen, muchas veces crecerán a ser asesinos múltiples.  El espíritu bueno de la familia permite a nosotros que hagamos buenas obras para nuestra comunidad, no para su maldad.

Nuestro Dios, que llamamos Padre, y toda su familia siempre nos aman y quieren.  No necesitamos hacernos pecadores múltiples en la Iglesia.  Este anuncio es la buena noticia de Cristo.

El don del Espíritu Santo nos hizo partes del cuerpo de Cristo, miembros importantes del cuerpo de Cristo.  No importa cual parte del cuerpo seamos, pero si, es muy importante que somos partes del cuerpo de Cristo porque Cristo es el más importante.  El dedo pequeño del pie es muy importante en el balance del cuerpo. El más pequeño miembro de Cristo es muy importante a la utilidad del todo cuerpo de Cristo.

Es Pentecostés. Recibimos el don del Espíritu Santo y somos miembros del cuerpo de Cristo.  Nuestro Padre Dios con Cristo y el Espíritu Santo nos ama y quiere que vivamos y crezcamos en nuestra santidad en el sitio donde Dios nos ha puesto.  Es Pentecostés y somos hijos de Dios en Cristo por el Espíritu Santo.