Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos
Hemos celebrado el Miércoles de Ceniza y el comienzo de Cuaresma. El Miércoles de Ceniza siempre es cerca una luna nueva.
Hoy celebramos el segundo domingo de Cuaresma. Este domingo siempre celebra la transfiguración del Señor La transfiguración del Señor es como una luna llena. Esta luna es hermosa y es signo de la gloria del Señor. La luna llena comparte su gloria con las tinieblas de la noche, y la gloria del Señor llena las tinieblas de nuestra vida. Cada año hay luna llena cerca de este domingo. Esta luna llena será la última luna llena del invierno. La próxima luna llena, después de esta, será la primera luna llena de la primavera, la luna que llamamos la luna pascual. Este es porque la Iglesia celebra este domingo con lecturas de la transfiguración del Señor.
Unos agricultores plantan sus semillas según las fases de la luna. Unos hombres piensan que la luna gobierna las acciones humanas.
La luna es muy importante para la gente cristiana. La fecha de la Pascua se determina por la luna llena de la primavera. La luna nueva determina el miércoles de ceniza y el domingo de la transfiguración. Las escrituras llaman la luna un “testigo fiel y permanente en el cielo” (salmo 89 (88), 38).
Hemos entrado en el desierto de Cuaresma con el Espíritu Santo. Ascendimos la montaña de Dios. Nos cansamos asciendo. Pero si, en la cima de esta montaña, en esta Cuaresma, el Señor nos transformará nuestra vida en la imagen de su cuerpo resucitado.
Esta es la obra y el trabajo de Cuaresma, cuando, como la luna fiel, obedezcamos la voz de Dios y bajemos de la montaña para cumplir la obra de Cuaresma en la celebración de la Vigilia Pascual