Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.
Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
Los pobres son los que no tienen dinero, los que tienen hambre y sed, y los que ahora lloran. La recompensa de ustedes los pobres será grande en el cielo.
Los pobres son los que son pobres-cristianos, los que parecen pecadores, pero que viven difícilmente la vida cristiana, los que luchan para vivir bien. Ustedes serán salvados por la misericordia de Dios, al igual que los demás.
Dichosos ustedes que luchan para vivir la vida cristiana bien porque la lucha es un signo de su deseo de ser fieles a Dios.
Dichosos los que viven debajo de la amenaza de su deportación por no ser ciudadano o por su sexualidad o por su religión. Ustedes son como los profetas ancianos que fueron amigos de Dios.
Dichosos los que son acostados porque el Señor es su protector.
Ustedes pobres son los menospreciados por sí mismos o por los demás. Dios, sin embargo, los mira a ustedes, los menospreciados, con los ojos de su misericordia, y continua por ustedes su amor y gracia.
Los ricos tienen que convertirse pobres para recibir la bendición de Dios.
Al principio, sobre el caos la voz de Dios sonó sobre todo el abismo que llamamos el caos, y Dios desde el caos creó todo el universo, ordenando del caos en la orden de toda la creación. Dios siempre está ordenando el caos de nuestra pobreza en la orden de la riqueza de su gracia. Dichosos, ustedes, los pobres que reciben la riqueza de la gracia de Dios.