el 7 de junio: Homilia sobre 2 corinthios 13,11-14

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Por favor primero lean este pasaje.

Mis hermanos y hermanas,

Hoy, les saludo a ustedes con las palabras de San Pablo que “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes”.  Pero necesito avisarles.

Con estas palabras concluyen la segunda carta de San Pablo a los corintios.  En esta carta, San Pablo necesitó corregir muchos errores de los corintios en sus acciones y en sus pensamientos.  Los corintios tenían muchas divisiones entre sí.  Hicieron muchas acusaciones contra San Pablo.  Hicieron muchas cosas que eran contra su fe en Cristo.

En los corintios, la paz no estaba con ellos; el amor del Padre se depreciaba y la comunión del Espíritu Santo no estaba en las comunidades de los corintios.  Los corintios se no saludaban los unos a los otros con el saludo de paz.  Se rehuían unos a los otros.  No vivían en armonía, sino en enemistad.  ¡Los pobres corintios!  ¡Ellos pensaban de la misma manera de en la que nosotros utilizamos!

En las palabras de esta carta, San Pablo les exigía a los corintios que cambiaran su conducta, sus acciones, sus maneras, y su forma de pensar y actuar.  Él les decía a los corintios, “Pongan en orden sus vidas.  En lugar de guerra, de enojo, y de enemistad, que la gracia de nuestro Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo desciendan sobre ustedes.

Para nosotros, ¿Qué debemos hacer?  Necesitamos la gracia de nuestro Señor, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo.  Ya que hay entro nosotros, enemistades, divisiones, guerras personales y guerras nacionales, egoísmo y avaricia.

Los demócratas deben hacerse amigos con los republicanos.  Los republicanos deben hacerse amigos con los demócratas.  Los que tienen el poder sobre unos deben tratarlos con honestad y honor.  Los de los Estados Unidos deben honrar a los de otros países: los chinos, los que hablan español, los pobres, los refugios y los más necesitados.

Es la solemnidad de la santísima Trinidad.  Hay un Dios y en ese Dios, hay tres personas que viven entre sí una unidad de paz, de gracia y de comunión.  Entre las tres personas hay tal grado de fuerza de unidad que, en toda armonía y paz, este único Dios puede compartir con toda el universo la riqueza de su gracia, amor, y comunión.

Esta unidad de tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, nos llama a ser unidos, el uno con los otros.  La unidad de Dios nos llama a compartir esta unidad y gracia con Dios mismo y con los demás seres humanos del mundo.  Debemos ser lo que San Pablo quería que los corintios debían hacer, ser unidos uno con los otros para que podamos ser unidos con Dios en su Trinidad.