Por favor, lean este pasaje antes.
Mis hermanas y hermanos
El Señor nos dice, “Ahora, necesita decir “Adiós” a todos mis discípulos.”
La semana pasada, mi hermana se fue a Europa, mi vecino del lado está en Israel, y mi viejo amigo está de vacaciones. Nadie de ellos me dijo “Hasta pronto”, pero sé que todos van a regresar.
Cada día, muchas veces decimos, “Adiós” a nuestros amigos, a nuestra familia, a nuestros compañeros y hablamos con ellos por medio del teléfono inteligente o I-fono durante el día. Los que se ausentan de nosotros están presentes a nosotros.
Jesús resucitó de los muertos y visitaba con sus discípulos muchas veces después de su resurrección. Pero, en este quinto domingo de Pascua oímos que Jesús va a regresar a su Padre y irse de nosotros. A nosotros nos gustaba oír las historias de su resurrección y su presencia con nosotros. ¿Qué pasará?
Jesús va a regresar a su Padre. Se va a despedirse de nosotros, no para alejarse de nuestra pequeñez sino para que pongamos nuestra esperanza en llegar a donde Él nos ha precedido.
Aunque Jesús se fue de nosotros, todavía está con nosotros en su Iglesia. El Señor está aquí públicamente en esta asamblea para la misa, en la proclamación de las Escrituras, en la acción del sacerdote y en el pan y el vino de la Eucaristía. Jesús está con nosotros en nuestra familia, en nuestro trabajo, durante los días y noches de nuestra vida.
El misterio de Cristo es que está siempre en todos los lugares del universo, en el cielo y en el mundo. Siempre Jesús está con su Padre en su gloria y con nosotros en nuestra vida diaria.
Jesús es más cerca de nosotros que nuestra familia, que nuestros amigos, que nuestros vecinos del lado. No decimos, “Adiós”, pero, “¡Maranata Jesús; ven, Jesús!”