(Por favor lean este pasaje antes)
Mis hermanos y hermanas,
En la segunda lectura de hoy, San Pablo dice que no causemos tristeza al Espíritu Santo. Si ofendamos a una persona de la comunidad, ofendimos también a Espíritu Santo porque todos nosotros nos hacemos el templo vivo donde el Espíritu Santo habita.
Los vicios que San Pable enumera trastornan la comunidad. Todo que trastorna la comunidad causa tristeza en la comunidad y no honra a Dios y su Espíritu Santo.
Pero si, la palabra de Dios no se dirige a los demás, sí se dirige a nosotros.
En nuestros días, podemos añadir otros males que pueden trastornan nuestras comunidades. Dios hoy nos habla con su palabra. Hoy San Pable nos dice que no causemos tristeza al Espíritu Santo. Él nos aconseja no trastornar la comunidad por nuestras palabras y acciones que deshonren los hombres y mujeres de la comunidad.
Dios nos habla porque el Espíritu Santo habita en nuestra comunidad. El Espíritu Santo también llena todos los lugares del mundo y nos manda que honremos a todos los pueblos del mundo.
Al catálogo de los vicios que San Pablo enumera (la aspereza, la ira, la indignación, los insultos y la maledicencia), podemos añadir las discriminaciones basadas en color, en edad, en religión, en lugar o en origen nacimiento. Debemos honrar y respetar a todos los demás.
Todos estos vicios hieren la comunidad de Dios que es la Iglesia, donde el Espíritu Santo vive.
También los que trastornan la comunidad no entienden el misterio de la Eucaristía, y deshonran el cuerpo de Cristo que es sacramento de la unidad de Cristo con su cuerpo sacramental. La Eucaristía incluye el cuerpo y sangre de Cristo en las formas de pan y el vino y también en todos los creyentes. La Eucaristía tiene la dimensión sacramental y la dimensión social en la totalidad de esta Eucaristía.
Debemos imitar a Dios come hijos queridos. Vivamos amando como Cristo que nos amó hasta el fin y hasta la eternidad. Dios nos creó para que seamos ofrenda y víctima de fragancia agradable a Dios.
No causemos tristeza al Espíritu Santo, pero sí alabaremos y glorifiquemos al Dios en nuestras acciones, en nuestras palabras y en nuestra participación activa en la misa.