(Por favor lean este pasaje antes)
Mis hermanas y hermanos,
En su visión en el libro de Apocalipsis, San Juan vio una muchedumbre tan grande que nadie podía contarla. Los que Juan vio eran de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. ¿Qué son estos? Estos son los que han pasado por la gran persecución y han lavado sus ropas con la sangre de Cristo, el Cordero de Dios.
Debemos reconocernos mismos en esta muchedumbre que estamos cerca del trono y el Cordero. Sufrimos, pero sí somos fieles. Pecamos, pero sí nos arrepentimos. Recibimos el bautismo en el nombre del Cordero: somos hijos de Dios con Cristo.
Es por la misericordia de Dios que los, que Juan vio estaban cerca del trono, han pasado por la gran persecución y han lavado sus cuerpos con la sangre del Cordero de Dios. Es por la misericordia de Dios que estamos aquí en esta iglesia parroquial para celebrar y cantar la gloria de Dios y de su Cordero.
Nosotros nos bautizamos en la muerte y la resurrección de Cristo. La resurrección de Cristo mató y destruyó la muerte de Cristo y nuestra muerte. Si resurgimos con Cristo, tenemos la vida nueva de Cristo en lugar de nuestra muerte. No necesitamos temer a nuestra muerte porque nuestra muerte está escondida en la vida de la resurrección de Cristo.
La visión de Juan es que todo el cielo puede contener a todos nosotros. La misericordia de Dios nos trae al trono de Dios. La sangre de Cristo nos lavó y nos limpió de todos nuestros pecados.
Somos el pueblo de la resurrección y el libro de Apocalipsis es nuestro libro de gloria.