El 9 de enero: hechas 10,34-38: Homilía

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(Por favor lean este pasaje antes)

Mis hermanas y hermanos,

Hoy celebramos el misterio del bautismo del Señor.  San Pedro predicaba dos cosas en la lectura segunda hoy: (primero) Dios no hace distinción de personas; y (segundo) Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús.

El contexto de este pasaje de Hechas es que Pedro estaba predicando las maravillosas obras de Dios por Cristo al centurión romano, llamado Cornelio.  Pedro aprendió que Dios no hace distinción de personas y pronto estaba listo para bautizar a Cornelio.

El bautismo de Cristo en el rio Jordán fue la unción de Cristo con el poder del espíritu Santo.  El Espíritu Santo bajó sobre él en forma de una paloma y lo ungió.  La voz del cielo decía que Jesús era el Hijo predilecto de Dios.

Después de su bautismo, Jesús pasaba haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

La acción del espíritu Santo y la voz del Padre anunciaron la presencia del Cristo de Dios que estaba entre nosotros.  Esta es una parte del misterio de la Epifanía del Señor.

La otra parte del misterio de Epifanía es que Dios no hace distinción de personas.  Dios nos ha llamado a las aguas del bautismo.  Nos ha llamado su Hijo, su predilecto y nos ha ungido con su Espíritu Santo.  Como a Cristo, Dios nos manda que pasemos haciendo el bien y curando a los afligidos.

Dios mandó a su Hijo al mundo para sanar a los pecadores y a los afligidos por sus pecados y aflicciones.  Si nosotros hemos recibido el don del Espíritu Santo, es porque Dios nos ha perdonado nuestros pecados y nos ha ungido con su Espíritu.  Dios quiere mandarnos, a quienes Dios ha perdonado y ungido, a los demás pecadores y afligidos para que Dios los cure y los haga su Hijo por el bautismo.

El misterio del Bautismo del Señor es que Dios quiere unir a todas las personas por las aguas del bautismo y formarlos en la imagen de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.  Dios quiere llamar a todos porque no hace distinción de personas y quiere ungirlos a todos con su Espíritu.

Yo soy no mejor que ustedes y nosotros no somos mejores que los demás.  Dios quiere que todos los pueblos del mundo sean su Hijo en Cristo.  Cristo es ungido del Espíritu de Dios; nos con Cristo somos ungidos del mismo Espíritu; y a todos los demás Dios quiere ser ungidos con Cristo como hijos de Dios.  Dios no hace distinción de personas, pero quiere que todos sean salvados.

Los saludo hoy, a ustedes, porque son hijos de Dios por el bautismo en Cristo.