Por favor, lean este pasaje antes de la homilía.
Hermanas y Hermanos,
Nada que Dios hace y nada que sucede, sucede en un vacío, sin contexto. Lo que sucedió en el año décimo quinto del reinado de César Tiberio, bajo Poncio Pilato sucedió en un contexto, en un lugar particular y en un tiempo particular.
En un día particular y en una hora particular, la palabra de Dios vino a Juan Bautista y Juan entró en el desierto como muchos otros que habían entrado muchas veces antes que él. ¿Se relacionó con los esenios, el pueblo de los rollos del Mar Muerto? Tal vez si, tal vez no, sino en las circunstancias similares del pueblo de los rollos del Mar Muerto. Eso es una parte de la particularidad de la llamada de Juan.
La llamada de ustedes puede incluir unas experiencias del desierto. Muchos hispanos habían tenido experiencias del desierto. El clima local, la situación política local, la economía de sus tiempos y muchas otras cosas conforman las circunstancias de la llamada.
Nací en la edad del avión. Ustedes nacieron en la edad del avión a reacción y el cohete. Nací cuando salíamos de una depresión; tal vez ustedes salen de un mejor tiempo. Nací cuando la sexualidad era binaria; ustedes cuando muchas otras sexualidades se están reconociendo. Esos son las particularidades de nuestras llamadas individuales. Nuestras llamadas no suceden aisladas de nuestra realidad.
Por más que Dios nos llamó, dondequiera nos llamó y por qué nos llamó, Dios nos ha llamado. La palabra de Dios vino en el desierto sobre Juan y Juan la experimentó en su desierto. Nuestro desierto tal vez pueda estar en la ciudad o en la granja o en un edificio de apartamentos.
La voz de Dios puede llegar a cualquier desierto. La Escritura dice, que dondequiera que estٞé tu desierto, “Preparen el camino el Señor y hagan rectos sus senderos porque todos los hombres verán la salvación de Dios.
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