Mis hermanos y hermanas,
Hay tres fases de la única glorificación de Jesús: la de su resurrección, la de su ascensión, y la de la misión del Espíritu Santo. El doce de abril, el veinticuatro de mayo y el treinta y uno de mayo se hacen el único gran día de glorificación del Señor. Estos cincuenta días se hacen la gran semana de (siete) semanas que se hace un grandísimo día del Señor.
La carta del apóstol san Pablo a los efesios habla de nuestra rica herencia, de la extraordinaria grandeza del gran poder de Dios y la esplendorosa eficacia de esta fuerza poderosa.
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo: pero si muere, da mucho fruto.” La buena semilla de Dios ha caído en la tierra en la muerte de Jesús, y ha resucitado con fruto que se ha multiplicado por ciento. La nueva vida de Cristo para nosotros ha doblado dos por ciento. En matemáticas, uno doblado por ciento se hace más que un mil con treinta y tres ceros (un mil con treinta y tres ceros). ¡Tal es la rica herencia que Dios nos ha dado en la glorificación de su Hijo! (Un mil con treinta y tres ceros.)
El Padre nos ha llamado a su gloria. Nos ha dado la esperanza de su herencia. Dios nos ha hecho el cuerpo de su Hijo. Dios nos ha hecho que seamos la plenitud de su Hijo. Dios ha llenado el cuerpo de su Hijo con nosotros. Sin nosotros, el cuerpo glorificado del Hijo de Dios sería más pequeño y más vacío que ahora es. Nosotros llenamos el cuerpo de Cristo. Esta es nuestra rica esperanza que el Padre nos ha dado.
Somos los un mil con treinta y tres ceros, hombres llenando el cuerpo de Cristo. La semilla muerta ha resucitado y se ha convertido para que todo lo mil con treinta y tres ceros que somos, podamos vivir en Cristo resucitado.
Conocerlo es la sabiduría y la reflexión que Dios Padre quiere que tengamos. Este es la rica herencia que Dios nos ha dado.
Celebramos la ascensión del Cristo. Es la Pascua del Señor. Es la segunda fase de su glorificación. La ascensión nos necesita para llenar el cuerpo glorificado de Jesús a la plenitud de toda la plenitud de Dios.