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Hermanas y Hermanos,
“Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.”
No soy granero, pero yo sé que la semilla plantada necesita morir en la tierra para producir su fruto de la tierra: una semilla muerta, muchos trigos vivos. Ahora los graneros están arando y plantando sus semillas para la cosecha.
Cristo murió, como la semilla, para resurgir de los muertos con su vida inmortal para que todos puedan vivir eternamente. Eso es la cosecha de estando plantado en el jardín de su muerte.
Hoy en el evangelio, algunos griegos quieren ver a Jesús. Los griegos no son judíos. La semilla de Jesús cae en el jardín de los griegos, en el jardín de los paganos. La Iglesia va a crecer e incluir a los no judíos.
Hoy en esta asamblea hay la cosecha de la intervención de los primeros griegos. Ustedes han recibieron la semilla de la palabra de Dios y la vida de Jesús ha florecido en ustedes y en las familias de ustedes.
Cristo murió y por el bautismo morimos con él. Cristo resucito de la muerte y nosotros resucitamos con él. Ya en esta vida ahora compartimos la gloria de Jesús porque en el misterio de los sacramentos hemos muerto y resucitado con Cristo.
Ahora, a pesar de nuestras dificultades, de nuestras penas y nuestras fuertes lágrimas, estamos en el cuerpo de Cristo que está siempre en la gloria del Padre. Ahora podemos ver a Jesús con los griegos del evangelio de hoy.